Las olimpiadas oportunidad o riesgo

Juegos Olímpicos: ¿Oportunidad o desafío para las economías de los países con ciudades sede? Parte I

Como sucede cada cuatro años, nos encontramos en la víspera de los Juegos Olímpicos, que nos regalan toda una exhibición deportiva de los mejores atletas de diversas disciplinas. Las Olimpiadas son un espacio donde se conjugan los momentos de gloria, hazañas inexplicables, historias de nostalgia, alegría, tristeza, de lucha y de superación, esas que dejan grabado un legado en la memoria de los espectadores y de los propios atletas, los protagonistas que entregan cuerpo y alma tras varios años de preparación y esfuerzo para llegar a esta instancia y representar a sus países, para después competir para ocupar un lugar en el podio y llevarse una medalla olímpica. Es un evento que une a las naciones, seguido por millones de televidentes en todo el mundo durante casi un mes, siguiendo de cerca a sus atletas favoritos. Además, se despliega en todos los medios una gama de campañas de marketing y merchandising de marcas de patrocinio alusivas al certamen.

Este año, la ciudad de las luces, París, será la anfitriona de los Juegos Olímpicos. En esta edición, más de 200 Comités Olímpicos Nacionales participarán y serán representados por aproximadamente 390 deportistas que competirán en 36 disciplinas durante 19 días, del 26 de julio, fecha en que se celebrará la ceremonia inaugural y la emotiva llegada de la antorcha olímpica, hasta el 11 de agosto.

Certámenes como las olimpiadas, los mundiales de futbol u otros eventos de semejante magnitud, traen consigo muchos beneficios para las ciudades sede y, por ende, para el país al que pertenecen. Podemos citar algunos ejemplos, como el aumento en turismo, la promoción del destino con todos sus atractivos y el impacto que se consigue al estar ante los ojos del mundo durante casi un mes y la derrama económica que esta industria deja en el destino. La inversión en infraestructura para adaptar los espacios que albergarán las actividades deportivas y los públicos, mejorando así la imagen de la ciudad.

A menudo, albergar los Juegos Olímpicos se presenta como un indicador de un país sano y capaz de organizar un evento multimillonario sin repercusiones negativas. Sin embargo, esta visión simplista ignora la realidad compleja y multifacética que conlleva ser sede de este magno evento. Podemos plantear muchas preguntas para entender mejor los desafíos que enfrentan las ciudades sede de los Juegos Olímpicos, pero a pesar de esos desafíos, ¿Qué las motiva a participar como ciudad anfitriona? ¿Cómo afectan los costos de infraestructura a largo plazo a las finanzas de la ciudad? ¿Qué sucede con las instalaciones deportivas construidas especialmente para los Juegos Olímpicos una vez que el evento ha concluido? ¿Cómo se asegura la ciudad de que los beneficios económicos del evento se distribuyan de manera equitativa entre la población? ¿Cómo se adaptan las estrategias de marketing para captar la atención y el interés de audiencias globales diversificadas durante los Juegos Olímpicos? ¿Qué estrategias de marketing pueden implementarse para asegurar una promoción efectiva y duradera del destino anfitrión? ¿Qué lecciones pueden aprender las futuras ciudades sede de las experiencias pasadas para mejorar la gestión de los Juegos Olímpicos?

Para explorar a fondo todas estas preguntas, este artículo estará estructurado en tres partes que abordarán los aspectos clave de las oportunidades y desafíos para las ciudades sede. Comencemos por el principio.

¿Cómo se organizan los Juegos Olímpicos?

La organización de los Juegos Olímpicos requiere un proceso de al menos 10 años, ya que incluye planeación intensiva y colaboración entre organismos públicos y privados, autoridades locales, residentes y partes interesadas. El proceso de selección de la ciudad sede sigue las reglas establecidas en la Carta Olímpica, específicamente los artículos 33 y 34. Una comisión de evaluación del Comité Olímpico Internacional (COI),  ONG especializada en la organización de los Juegos Olímpicos, analiza las candidaturas, inspecciona las instalaciones y presenta un informe detallado a todos sus miembros. Las ciudades candidatas deben asegurar garantías financieras adecuadas, ya sea proporcionadas por la propia ciudad, entidades públicas o terceros.

La preparación involucra una adaptación significativa de la infraestructura urbana para cumplir con los requisitos del evento. La elección de la ciudad sede se realiza siete años antes, por lo que el impacto económico para las ciudades participantes inicia desde la presentación de las candidaturas. Cada ciudad debe cumplir con requisitos esenciales, incluyendo aspectos políticos, ambientales y presupuestarios. Esto implica evaluar la estructura gubernamental, la situación financiera, el compromiso con el desarrollo sostenible, y la capacidad de financiar la infraestructura necesaria, incluyendo la villa olímpica, complejos deportivos y la capacidad del sistema de transporte y comunicaciones, crucial para asegurar un acceso eficiente a los eventos y manejar la afluencia de visitantes nacionales e internacionales.

Además, se evalúan los espacios existentes para asegurar que cumplan con las normas establecidas en la Carta Olímpica. La seguridad es otro de las factores importantes que se evalúan, por su magnitud y trascendencia a nivel mundial, las Olimpiadas son el escenario perfecto para manifestar y exhibir al mundo la situación que vive el país de la ciudad anfitriona e incluso el de otras naciones, los acontecimientos que se dieron previo y durante los Juegos Olímpicos de México 1968 y Múnich 1972, son un claro ejemplo de ello . Para el COI este tema es uno de los de mayor prioridad, la seguridad de los deportistas, de los visitantes y el personal que trabaja dentro la organización de los juegos, requiere de atención especial.

La elección final de la ciudad sede se lleva a cabo en una sesión del COI, seguida de la firma de un contrato detallado entre la ciudad, el COI y el Comité Olímpico Nacional (CON) de cada país, especificando las responsabilidades que tiene cada parte.

¿Quiénes financian las Olimpiadas?

Los recursos para los gastos e inversiones en la organización de los Juegos Olímpicos provienen de diversas fuentes de financiamiento. Estas incluyen ingresos comerciales, inversiones de empresas nacionales e internacionales, y fondos del presupuesto público, como los ingresos fiscales. Este último puede representar hasta el 40% de la inversión total, especialmente en lo que respecta al mejoramiento de servicios públicos y la infraestructura urbana.

Entiéndase por recursos de origen comercial y de presupuesto público:

Recursos de origen comercial

  • Inversiones de empresas privadas nacionales.
  • Inversiones de empresas privadas extranjeras.
  •  Derechos de televisión.
  •  Patrocinadores: contribuciones monetarias.
  •  Patrocinadores: aportaciones en especie.
  •  Loterías: parte de los ingresos generados por las loterías nacionales se destinan directamente a los Comités Olímpicos Nacionales (CONs).

Recursos de origen presupuestario (ingresos fiscales)

  • Gobierno Federal.
  • Gobierno Estatal.
  • Ayuntamientos.
  • Otras administraciones públicas.

Como ya sabemos, participar en la contienda tiene sus costos. Por eso, los efectos económicos comienzan desde el momento de la candidatura e incluso previo a su postulación. De inicio las ciudades sede deben invertir en:

  • Estudios y proyectos de viabilidad e inversión.
  • Análisis de costo – beneficio.
  • Gastos en estructura y prever si el resultado de los estudios sale con déficit.
  • Inicio de proyectos de construcción.
  • Apoyos a la familia olímpica.
  • Organización de eventos internacionales para demostrar durante la contienda el potencial y el interés de ser sede de los Juegos Olímpicos.

Como hemos visto, ser la ciudad sede de los Juegos Olímpicos ofrece múltiples beneficios. El interés de cada país radica en la inversión que recibe la ciudad anfitriona, la cual se destina al mejoramiento urbano y al desarrollo económico. La expectativa es que esta inversión pública genere un retorno positivo a través de la creación de empleo, mejoras en infraestructura y servicios, y un aumento en el turismo. Sin embargo, esta expectativa ha llevado a algunos países organizadores a extender el plazo de pago de sus deudas, recurriendo a nuevos impuestos para cubrir los costos adicionales, debido a que los gastos reales fueron mucho mayores a los previstos inicialmente.

Un ejemplo son las Olimpiadas de México 1968, su organización tuvo un alto costo para la época, 176 millones de dólares estadounidenses. El financiamiento de estas obras se realizó principalmente a través de fondos públicos, una parte considerable provino del presupuesto del gobierno federal, generando una deuda pública que orilló al gobierno mexicano en años posteriores a tomar las medidas necesarias para solventar dicha deuda, implementado medidas de austeridad y ajustes fiscales, entre ellos la creación del impuesto de la tenencia vehicular, cuyo objetivo era de manera temporal recaudar fondos adicionales para cubrir los costos del evento. Sin embargo, la tenencia vehicular se convirtió en un impuesto permanente que se ha mantenido durante varias décadas.

También podemos poner como ejemplo el caso de Brasil, país organizador para las Olimpiadas de Río de Janeiro en 2016. Según un artículo de The Epoch Times, los costos necesarios para llevar a cabo los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro fueron enormes. El gastó fue de aproximadamente 80 millones de dólares estadounidenses, solo para la candidatura de la ciudad. El costo final, incluyendo las instalaciones de los Juegos y la infraestructura, superó los 14 mil millones de dólares, lo que representa un 65% más de lo que el gobierno federal gasta en programas de asistencia social para más de 14 millones de familias.

Lo que realmente importa

Las Olimpiadas pueden representar una carga financiera para un país si no se planifica adecuadamente la inversión y se subestiman los costos asociados. Sin embargo, también tienen el potencial de generar un impacto positivo significativo en la economía y la proyección internacional del país. Es crucial una planificación financiera adecuada y una gestión eficiente para mitigar los riesgos financieros y maximizar los beneficios a largo plazo. Tomando nuevamente como ejemplo las Olimpiadas de México 68, a pesar de la carga financiera inicial y la deuda pública, también trajeron múltiples beneficios duraderos. La construcción de infraestructura clave, como el Estadio Olímpico Universitario y nuevas líneas de metro, no solo sirvieron para el evento, sino que continúan beneficiando a la ciudad hasta hoy en día. Este legado incluyó también avances deportivos y culturales, sentando las bases para el exitoso Mundial de Fútbol de México 70 dos años después.

Es fundamental para los organizadores distinguir entre gastos de organización e inversión: los de organización son costos temporales (logística del evento, costos administrativos y operativos, gasto en promoción y marketing), que desaparecen con el evento, mientras que los de inversión (infraestructura permanente, desarrollo de instalaciones deportivas, mejoras en comunicaciones y transportes), representan el legado que se queda después del certamen y que benefician a la comunidad anfitriona a largo plazo. Por tanto, minimizar los gastos de organización y maximizar las inversiones puede asegurar un impacto positivo sostenible y duradero.

En la segunda parte de este artículo, exploraremos el impacto económico y social de algunos países que han sido sede de este magno evento, incluyendo las Olimpiadas de Barcelona en 1992. Este evento es ampliamente reconocido por su exitoso modelo de organización, que se destaca por la maximización de inversiones, la atracción de visitantes y la transformación urbana significativa de la ciudad, un legado que perdura hasta la fecha.

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