En la primera entrega de nuestro artículo «Juegos Olímpicos: ¿Oportunidad o desafío para las economías de los países con ciudades sede? Parte I», desglosamos la compleja estructura organizativa de los Juegos Olímpicos, revelando los actores clave, los mecanismos de financiamiento y los rigurosos requisitos que deben cumplir las ciudades aspirantes a ser sede. Una planificación inadecuada puede tener consecuencias graves, además de los impactos sociales y ambientales asociados.
En esta segunda parte, revisaremos los diferentes escenarios de ciudades que han sido anfitrionas de los Juegos Olímpicos. Experiencias como la de Barcelona 92, Atenas 2004, Londres 2012 y Tokio 2020, ciudades en las que este tipo de eventos ha dejado una huella duradera en sus respectivas economías y comunidades.
El impacto económico y social en países sede.
Recapitulando, los eventos deportivos de gran envergadura, como los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo, generan un profundo impacto en múltiples dimensiones: económica, política, social, cultural y urbanística. Los gobiernos de los países anfitriones y las ciudades que acogen estos eventos suelen apostar por una serie de aspectos clave, entre los cuales se destacan:
- Atraer inversión.
- Mejorar el modelo de comercio (importación y exportación).
- Renovación urbana.
- Desarrollo turístico (crecimiento de oferta hotelera, servicios y mayor afluencia de visitantes).
- Generar mayor y mejores empleos.
Los impactos negativos pueden ser:
- Deuda (implica que los gobiernos implementen modelos fiscales e impuestos para que con recurso público en un número indeterminado de años cubra la deuda).
- Desviación de recursos etiquetados para atención social a otros rubros.
- Congestión y contaminación durante el proceso de construcción de la infraestructura y estructura requerida para el evento.
El Legado Olímpico como apuesta.
Para los gobernantes y entidades que buscan atraer los Juegos Olímpicos a su país, la verdadera apuesta es el Legado Olímpico. Este concepto representa una inversión estratégica con el potencial de generar beneficios duraderos a largo plazo, abarcando tanto aspectos tangibles como intangibles. En términos tangibles, el legado incluye mejoras significativas en instalaciones deportivas, transporte y otros servicios urbanos, así como el impulso al turismo, la creación de empleo y el aumento de la inversión. Por otro lado, el impacto social y cultural se manifiesta en la promoción de la cohesión social, la riqueza cultural y el espíritu comunitario. También se considera fundamental el fomento de prácticas ecológicas y proyectos de infraestructura sostenible, que buscan dejar una huella positiva en el medio ambiente.
En el ámbito intangible, el legado olímpico puede traducirse en la producción de ideas y valores culturales, experiencias interculturales enriquecedoras, una memoria popular duradera y oportunidades educativas. En resumen, la apuesta por el Legado Olímpico es una inversión en el futuro que va más allá del evento mismo, buscando transformar de manera positiva y duradera la vida de las comunidades anfitrionas.
Ahora veamos el impacto duradero de los Juegos Olímpicos en las ciudades que los han acogido, a través de casos reales, veremos qué beneficios y desafíos han surgido y cómo el legado olímpico sigue influyendo en su desarrollo.
Barcelona 1992.
El modelo de planificación de Barcelona y del gobierno español para los Juegos Olímpicos de 1992 es ampliamente reconocido como un ejemplo exitoso. Su enfoque ha sido aclamado por maximizar los beneficios de eventos de gran magnitud, sirviendo de referencia para otros países en la organización de eventos similares.
Antes de ser elegida como sede de los Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona ya estaba planificando una transformación urbana integral. Este fue el momento perfecto para redirigir recursos públicos hacia mejoras en infraestructura, vivienda, transporte, playas, parques, saneamiento y espacios recreativos y culturales. La inversión también incluyó el sector privado, con la construcción de hoteles, oficinas y comercios. En seis años, se crearon 41,450 empleos temporales y 20,230 empleos permanentes. La inversión total, de $8,012 millones de dólares, generó un impacto económico que duplicó esa cifra, alcanzando los $16,266 millones. El modelo de Barcelona para el impacto económico olímpico se centró en maximizar inversiones, atraer fondos y transformar la ciudad. El sector turístico, tuvo una repercusión muy importante, posterior a los juegos olímpicos, Barcelona se convirtió en el destino de moda para los viajeros. Empíricamente de 1985 a 1995 se multiplicó por 4.7 el número de visitantes a Barcelona, así como un aumento en la oferta hotelera.
La filosofía adoptada por parte de los organizadores de los juegos olímpicos de Barcelona es que el evento requiere de recursos públicos y que estos generen otros recursos públicos.
«Puede que las aportaciones públicas en inversiones aumenten y sean mayores que las previstas inicialmente, las comprometidas por los responsables políticos o las anunciadas. Pero, en cualquier caso, cuanto mayor sean las aportaciones públicas en inversiones, mayores serán las inversiones privadas que les seguirán, y también mayores serán el capital legado, la actividad adicional desarrollada y el empleo creado. También, en consecuencia, serán más importantes los ingresos públicos procedentes de inversiones y actividades propiciadas con motivo de los Juegos Olímpicos».
Mosaico Olímpico: Investigación multidisciplinar y difusión de los estudios olímpicos, CEO – UAB, 20 años, Editores; Emilio Fernández Peña, Berta Cerezuela, Miquel Gómez, Benosa, Chris Kennett, Miquel de Moragas Spà. (Pg. 228).
Atenas 2004.
A diferencia del éxito de Barcelona, los Juegos Olímpicos de Atenas en Grecia marcaron el comienzo de una crisis financiera y un endeudamiento sin precedentes para el país heleno. Durante los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, Grecia no mostraba signos evidentes de la crisis financiera que surgiría años después. En ese momento, el país estaba centrado en la organización y celebración del evento, que se percibía como una oportunidad para mejorar su infraestructura y aumentar su visibilidad internacional.
Sin embargo, el costo de los Juegos Olímpicos de 2004 fue significativamente mayor de lo previsto, y Grecia incurrió en una considerable deuda para financiar los preparativos y las infraestructuras asociadas al evento. Aunque los Juegos fueron exitosos en términos de organización, el endeudamiento contribuyó a los problemas financieros que se manifestaron plenamente a partir de 2009. Por lo tanto, aunque en 2004 Grecia no estaba en crisis, los costos asociados con los Juegos Olímpicos fueron uno de los factores que exacerbaron la situación económica del país en los años siguientes.
El coste real de los juegos olímpicos es objeto de polémica entre los políticos con estimaciones que varían entre 5.000 millones y 27.000 millones de euros. Lo que sí es una cifra indiscutible es que el déficit presupuestario, que en 2002 todavía rondaba el 3,7 % del PIB, se disparó en el año olímpico al 7,5%, y la deuda estatal subió en un año de 182.000 millones a 201.000 millones de euros.
El legado de Atenas 2004: «Lo único que queda de los Juegos Olímpicos son las deudas»; publicación del diario VozPopuli.
De las instalaciones construidas para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, 36 fueron financiadas con fondos públicos, ya que el gobierno griego decidió no recurrir a patrocinadores. La mayoría de estas instalaciones han quedado en desuso y muchas son inutilizables debido a la falta de mantenimiento. Un ejemplo es la emblemática cúpula del estadio olímpico, que costó 130 millones de euros y requiere 9.5 millones anuales para su conservación. Esta situación resalta la carga financiera impuesta a los contribuyentes y la falta de planificación para el uso sostenible de las infraestructuras post-olímpicas.
Impacto de las Olimpiadas en Atenas 2004:
- Sobrecostos y mala planificación: Un ejemplo son las demoras en la construcción de instalaciones y la necesidad de trabajos en turnos dobles y nocturnos incrementaron significativamente los costos. De acuerdo a un artículo del sitio informativo Greek Reporter, se estima que hasta el 2-3% de la deuda externa de Grecia se puede atribuir a los gastos de los Juegos Olímpicos.
- Financiamiento exclusivamente gubernamental: Un grave error del gobierno griego y del comité organizador fue financiar por completo los Juegos Olímpicos con recursos públicos, en lugar de buscar patrocinios privados como en otras sedes. Según Greek Reporter, esta decisión pretendía preservar la esencia y valores originales de los Juegos Olímpicos, destacando la importancia histórica y cultural de Grecia. Al optar por el financiamiento público, se buscaba evitar la comercialización excesiva y mantener el control estatal sobre el evento.
Estas decisiones, junto con la falta de gestión eficiente de los recursos y las instalaciones construidas para los Juegos Olímpicos, desencadenaron una crisis económica en Grecia y llevaron al país a un profundo endeudamiento.
Sin embargo, a pesar de los desafíos económicos, los Juegos Olímpicos de Atenas dejaron un legado positivo en la transformación urbana de la ciudad. Entre las mejoras destacadas se encuentran la construcción de una autopista periférica que ha facilitado el tráfico y la conectividad, la implementación de un tranvía que ha mejorado el transporte público, la ampliación de túneles subterráneos que ha aliviado la congestión vial, y la peatonalización de los alrededores de la Acrópolis, que ha revitalizado la zona y mejorado la experiencia para residentes y turistas. Estas inversiones han contribuido al desarrollo sostenible de Atenas, incrementando la eficiencia del transporte y realzando su atractivo cultural y turístico.
Londres 2012.
Para las Olimpiadas en Londres 2012 el efecto de los costos extras de la organización del evento no fue la excepción. Los costos proyectados fueron estimados en $3,700 millones de dólares cuando se gano la sede, sin embargo, una evaluación realizada por la universidad de Oxford para medir los impactos y el legado que dejaron los Juegos Olímpicos en Londres, confirmó que el presupuesto de $8,000 millones de dólares y otras asignaciones complementarias (seguridad y regeneración del área de la villa olímpica) sumaron un total de $14,720 millones de dólares.
A través de esta evaluación, el país se preparó para implementar estrategias que maximizaran el aprovechamiento del legado olímpico, estableciendo objetivos en diversos sectores. El modelo utilizado para esta evaluación es el conocido como Input/Output, el cual se basa en analizar la relación entre los recursos invertidos y los beneficios generados. Entiéndase por Input (Inversión), que se refiere a todos los recursos y esfuerzos necesarios para organizar los Juegos Olímpicos, y Output (Beneficios), que representa los resultados obtenidos a partir de esas inversiones.
Para ello, se anticipo que las estrategias del legado olímpico beneficiarían a un rango de sectores económicos, no solamente a través de los contratos generados por el efecto directo de los juegos si no también a través de oportunidades que los juegos podrían generar, 5 sectores en particular destacan, estos son:
- Retail (Comercio): El aumento en el número de visitantes durante y después de los Juegos impulsa las ventas y beneficia a los minoristas, promoviendo el desarrollo económico local.
- Turismo: El incremento en el número de visitantes a Londres en 2012 y el legado turístico de los Juegos contribuyen al crecimiento del sector y fortalecen la imagen internacional del país.
- Actividades deportivas y recreativas: Los Juegos Olímpicos fomentan la participación en actividades físicas y recreativas, promoviendo un estilo de vida activo y saludable.
- Industrias creativas y alta tecnología: Las inversiones relacionadas con los Juegos y la visión gubernamental transformaron el este de Londres en un centro para alta tecnología y creatividad, conocido como «Tech City».
Como resultado, en 2011, los cinco sectores clave asociados con los Juegos Olímpicos generaron un total de 109,382 empleos en los condados relacionados directamente con el evento, lo que representaba el 18.6% del total de empleos en esas áreas. En Londres, en su conjunto, estos sectores contribuyeron con la generación de 966,812 empleos, equivalente al 22.6% del empleo total de la ciudad. A nivel nacional, en toda Gran Bretaña, los sectores vinculados a los Juegos Olímpicos crearon aproximadamente 5.4 millones de empleos, lo que representó el 19.7% del empleo total en el país.
En cuanto a la inversión en infraestructura construida para los Juegos Olímpicos de Londres, esta ha tenido un impacto duradero en la ciudad y ha sido objeto de diversos desarrollos y transformaciones desde el evento. Dentro de estas destacan el Parque Olímpico, renombrado como Queen Elizabeth Olympic Park, y que en la actualidad continúa siendo un lugar clave para eventos deportivos, actividades recreativas y eventos comunitarios. El parque también alberga varios edificios residenciales y comerciales. Otro es el caso del Estadio Olímpico, ahora conocido como el London Stadium, el cual ha sido adaptado para su uso por el club de fútbol West Ham United y para eventos de atletismo. También se utiliza para conciertos y otros eventos importantes, y se ha convertido en un importante centro de eventos en Londres. En cuanto a conectividad y transporte, se mejoraron las conexiones de transporte en el área del Parque Olímpico, incluyendo la expansión de la línea de metro Jubilee y la creación de nuevas estaciones de tren y transporte público, facilitando el acceso al parque y sus alrededores.
En general, la infraestructura construida para los Juegos Olímpicos de Londres 2012 ha sido reutilizada y adaptada para diversos fines, contribuyendo al desarrollo urbano y al bienestar de los residentes y visitantes de la ciudad. El legado olímpico ha demostrado ser un activo valioso para Londres, proporcionando instalaciones de alta calidad que continúan beneficiando a la comunidad.
Tokio 2020.
El presupuesto planeado por Tokio para los Juegos Olímpicos previo a la pandemia del COvid-19 representaba únicamente entre el 0.1% y el 0.2% del PIB, lo cual era considerablemente menor que el de otros países, que suele ser del 0.4%. Esta diferencia se atribuyó a que Japón, al ser un país desarrollado, requería una mínima inversión en infraestructura.
Para lograrlo, el gobierno de Japón implementó medidas para asegurar que el impacto positivo de los Juegos Olímpicos se prolongue de manera estable, fortaleciendo el crecimiento económico en diversos sectores. Esto incluyó la creación de una oferta que generara nuevas demandas, reemplazando así el efecto de la inversión en la construcción. Para ello, el gobierno japonés estimó el impacto económico de los Juegos Olímpicos basándose en tres suposiciones:
- Que el número de turistas extranjeros continuaría aumentando de manera constante, alcanzando un estimado de 33 millones de turistas para 2020.
- Un incremento en el gasto de los turistas. Esto, mediante campañas promocionales que destacan a Japón como destino de compras y experiencias culturales, incentivando a los turistas a explorar tanto áreas metropolitanas como rurales, y a prolongar su estancia en el país.
- Una inversión en la construcción asociada a los Juegos Olímpicos por un monto de 9.600 millones de dólares.
- Un crecimiento económico del 0.1% al 3% un año antes y durante el año olímpico, atribuible a factores como el comercio, las exportaciones y la demanda doméstica.
Con el surgimiento de la pandemia y el confinamiento a nivel global , el COI y el Comité Organizador de Tokio decidieron posponer los Juegos Olímpicos para proteger a atletas, personal y espectadores. Esto afectó económicamente los planes de Japón para asegurar la recuperación de la inversión.
En 2021, se implementaron medidas como la prohibición de visitantes internacionales y la reducción de espectadores locales con estrictas restricciones de aforo. Se ajustaron el calendario y la logística del evento, modificando o cancelando algunos eventos para cumplir con las normativas sanitarias. Estas acciones reflejaron el compromiso de Japón y del COI con la seguridad y el éxito de los Juegos.
Examinemos los impactos que la pandemia de COVID-19 tuvo en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021:
- Aumento en costos de organización: Las medidas sanitarias, el aplazamiento y las adaptaciones para cumplir con protocolos incrementaron los gastos en infraestructura y logística.
- Impacto en el turismo: La prohibición de espectadores internacionales causó una gran pérdida de ingresos por turismo, afectando a la economía local y al sector turístico.
- Cancelación y modificación de eventos: La cancelación o modificación de eventos secundarios y programas redujo los ingresos proyectados y afectó la inversión en marketing y promoción.
Los efectos de la pandemia surgieron solo unos meses antes de celebrarse los Juegos Olímpicos, cuando Japón ya había invertido una considerable cantidad de recursos en la preparación del evento. Crear estrategias e implementarlas para mitigar el impacto económico y era como intentar detener un camión que va a 120 kilómetros por hora y darle una vuelta en «U» en plena marcha. A pesar del sombrío panorama y la urgente necesidad de ajustes para mitigar el impacto financiero, el país implementó una serie de medidas estratégicas en su presupuesto para el evento:
- Revisión y optimización del presupuesto: Japón revisó y ajustó el presupuesto para identificar áreas donde se podían reducir costos sin afectar la calidad del evento.
- Priorización de gastos esenciales: Se ajustaron y redujeron costos al retrasar o modificar proyectos no esenciales, manteniendo el enfoque en el evento principal.
- Reducción de costos operativos: Japón renegoció contratos con proveedores y ajustó términos para adaptarse a las nuevas restricciones y presupuestos.
- Ajustes en infraestructura: Se priorizaron los proyectos de infraestructura esenciales, enfocándose en completar estadios y áreas de competición clave.
- Uso eficiente del espacio y reutilización: Se optimizó el uso de instalaciones existentes y se ajustaron los diseños para adaptarse a las nuevas necesidades.
- Apoyo Financiero y Patrocinio: El gobierno japonés proporcionó apoyo financiero adicional y se buscaron nuevos acuerdos de patrocinio para cubrir costos inesperados y aumentar ingresos.
A pesar de los costos adicionales, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 dejaron un legado positivo. La inversión de 15.4 mil millones de dólares permitió la creación de empleos en construcción, gestión de eventos y operación de instalaciones, además de mejorar y modernizar la red de transporte de Tokio. El evento atrajo a turistas nacionales, beneficiando sectores como la hostelería y el transporte. Las pequeñas empresas locales también se beneficiaron con contratos y suministros. La infraestructura construida se diseñó para uso futuro en eventos deportivos y comunitarios, asegurando beneficios a largo plazo para Tokio y Japón. Y, aunque no se alcanzó la derrama económica esperada pues los ingresos generados fueron de aproximadamente 3.660 millones de dólares, insuficientes para cubrir los gastos totales, la infraestructura, tecnología y los beneficios de sectores como el turístico, a largo plazo podrían equilibrar la inversión.
Lecciones aprendidas.
En todos los casos analizados, queda claro que los gastos para organizar eventos de esta magnitud suelen ser excesivos, incluso en países con economías solidas. La situación es aún más desafiante para aquellos con economías endeudadas y una planificación deficiente. Un ejemplo destacado es el de Barcelona, que aprovechó la oportunidad para transformar su imagen urbana mediante una estrategia de inversión bien planificada. Su enfoque de planeación turística demostró ser una inversión sostenible, con costos a largo plazo superados por los ingresos generados. Este tipo de casos subraya la importancia de una planificación cuidadosa y una visión a largo plazo para maximizar los beneficios de eventos de gran escala.
Existen numerosos ejemplos de ciudades anfitrionas que han tenido que recurrir a impuestos públicos para enfrentar el gasto excesivo asociado a la organización de eventos de gran envergadura, a menudo sin lograr una recuperación plena durante años. Atenas 2004 y Montreal 1976 son un buen ejemplo de ello: en el caso de Montreal, aunque no revisamos los detalles, los costos superaron los ingresos, lo que llevó a la imposición de impuestos adicionales sobre productos como el tabaco. Estos legados negativos han dejado una marca duradera en las sociedades de esos países.
Hoy en día, contamos con una sociedad más informada, educada y consciente respecto al gasto público. Los ciudadanos están más atentos a cómo se utiliza el dinero y cuáles son las verdaderas necesidades sociales. Como resultado, algunas ciudades han manifestado su rechazo a ser sede de los Juegos Olímpicos. En la tercera y última parte de este artículo, analizaremos las ciudades que han rechazado la candidatura y cómo esto ha llevado a los Comités Organizadores a ajustar sus enfoques en la planificación y ejecución de los Juegos Olímpicos.